viernes, 23 de octubre de 2015

Herramientas para mejoramiento 1

La MEDIA sola no es un buen medio.

Introducción

En muchos foros de diversa naturaleza se ha estado fijando la idea de la necesidad de superar nuestra actual etapa de desarrollo, una economía básicamente recolectora, donde prima una relación básica con nuestras materias primas. La razón es evidente, para los que vivimos en el norte, la experiencia del salitre es algo que no quisiéramos que se repita. Sin embargo, pese a los esfuerzos para que la historia no se repita, los resultados a la fecha no nos invitan a mirar con optimismo el futuro para las ciudades ligadas al cobre. Para la mayoría resulta bastante evidente que es imperativo transitar a una economía que agregue valor, idealmente que sea capaz de vender inteligencia, en el mercado internacional.

A mi entender, los involucrados en todos los niveles de las organizaciones y sociedad estamos llamadas a cambiar en algo. Los pequeños cambios llaman a los cambios y éstos a los grandes cambios. Como existe una estrecha relación entre la forma de gestionar las tareas cotidianas y operativas con los resultados de éstas, surge nítidamente la necesidad de cambiar nuestra manera de hacer las cosas, nuestros métodos de trabajo, nuestra sub-estimación casi endémica a la planificación y nuestro exagerado foco en la acción, sobre valorando a diario la improvisación y como consecuencia de eso la necesidad de “arreglar la carga en el camino”. En este ambiente cultural tan arraigado y aparentemente exitoso, hasta que nos cambian nuestras referencias, surge la pregunta, ¿cómo iniciar el cambio?, y más importante aún, ¿en qué dirección debe ir este cambio?

Desde mi punto de vista, sin perjuicio de las industrias que actualmente en Chile están más evolucionadas, en el ambiente laboral uno de los primeros cambios que debemos abordar es nuestra preferencia desmedida por la MEDIA, o promedio de un número determinado de datos, como única herramienta para la toma de decisiones.

Problemas de la Media

En el presente artículo, trataré de visibilizar alguna de las consecuencias que tiene el uso exagerado y exclusivo de la MEDIA, como herramienta para generar información, para elegir cursos de acción.

La media es un indicador muy poderoso que ayuda a entender parte importante de la realidad, sin embargo su uso único puede hacernos tomar decisiones equivocadas que en muchos casos quita oportunidades para profundizar en los análisis y posteriormente en las estrategias de mejoramiento.


Para un mejor entendimiento, centremos la mirada en el ejemplo contenido en la Tabla N°1. Asumamos que las columnas corresponden a dos muestras de una población correspondiente a un proceso determinado, cuyo rendimiento es medido en porcentaje. El proceso se desarrolló con dos métodos diferentes, desde donde se originan las muestras 1 y 2. Si se hace necesario hacer un juicio sobre qué método es mejor, desde el punto de vista del  rendimiento, lo habitual en la industria es que la decisión la hagamos calculando los promedios de ambos rendimientos. El Método A tiene un promedio de 80,55 y el B de 78,95. La tendencia es a clasificar como mejor el Método A, en desmedro del B. Basado en lo anterior, habitualmente hacemos las modificaciones de manera de trabajar con el método A. Sin embargo la realidad se termina por imponer, la supuesta mejora de 1,6%, diferencia de medias, no se refleja con claridad. Seguramente, todos los que hacemos este tipo de decisiones, nos hemos visto afectados por la decepción de mantener los mismos resultados. Lo anterior es matemáticamente correcto, sin embargo la realidad es un poco más compleja. ¿Realmente el método A en mejor que el B? ¿No será sólo un problema de muestra? Los resultados no avalan los cambios que hacemos.

Observemos el ejemplo de la Tabla N°2, se presenta un segundo caso, que puede resultar muy interesante. También se trata de muestras del rendimiento de un proceso. Si el objetivo es mejorar el proceso y tenemos dos métodos para desarrollarlo, lo más probable es que, por la misma razón anterior, es decir basado en la media, elijamos el método B (más alta media) en este caso. El método B, elegido como mejor por la media, sólo alcanza un rendimiento máximo de 78,92%. El método A sobrepasa dicho valor en varias oportunidades, también es cierto que tienes varios resultados bajo el mínimo de método B.

Hasta ahora todo parece coherente y se decide en consecuencia, sin embargo lo que estamos haciendo es perpetuar la ineficiencia del proceso, sin darle oportunidad para que dé los mejores resultados.

Si esto es cierto, ¡algo hay que hacer diferente!, Partamos por hacernos preguntas diferentes, ¿realmente estoy decidiendo correctamente?, ¿en qué caso el método B es mejor que el A?, ¿Podrían ser iguales?, ¿qué diferencias tienen? ¿Cuál de ellos me entrega mejor información?, etc. Si realmente queremos optimizar, ¿cuál método es mejor?, ¿la media es suficiente para darnos la respuesta correcta?, ¿en qué debemos fijarnos en este caso?



El primer ejemplo, donde los resultados post decisión no la ratifican y el segundo, donde la media nos aleja de la decisión  correcta nos invitan a incorporar otros elementos al análisis, además de la media, para impactar de manera gravitante el desempeño de nuestros procesos. Como entendamos esta información y que seamos capaces de hacer con ella, determinará el potencial del proceso y por consiguiente su productividad.

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